Ya no quiero preocuparme por lejanas amistades, mis vicios
son mis vicios, mis locuras: mis desquicios. Quién quiere escucharme, (nadie), cuando
desespero (nadie), cuando quiero ser sincero cuando quiero descargarme (¡nadie,
nadie, nadie!).
Entonces escuche don nadie, porque en este carnaval, usted
diseñará el disfraz, ¡siempre estará el capataz! ¡siempre el puesto laboral! ¡A
su juego cada cual! Di tú, si está bien, si está mal, si espiritual, si carnal,
si te parece moral, normal, sensual, anal, infraintestinal, extrasentimental.
Pero no vengas a tocar lo que no te corresponde, hablemos
claro: si es sencillo, algo esconde, y no quiero decirte dónde, pero sé que va
a sangrar, y no vayas a intentar pasarme a mí ese bajón.
Dejame que te diga, antes que pase otro día, que esas
costumbres atrevidas son heridas agresivas para quien busca el contento, empujado
con el viento y aunque falto de guiso, andando a paso macizo ¡agrieta nomás el
piso! Dejando huella misteriosa, para quien tenga la curiosa necesidad de
sentirse vivo. Ser en este mundo activo, ser pez, cóndor, mariposa; ser oso,
dragón abrasivo, ser presencia escandalosa para el orden sin sentido de este
mundo persuasivo.