El siguiente estudio estructuralista tendrá como fin último describir un fenómeno inédito: la transmutación y trasmigración de los agentes involucrados en una relación amorosa posmoderna.
ETAPA 1: El conocimiento, Presentación, o Entrecruce aparentemente aleatorio de almas predestinadas.
El deambular sin rumbo que mantienen las gentes entre otras gentes, produce lo que llamaremos: enamoramiento.
Producto, en primera instancia, de la atracción física, el enamoramiento sufre una especie de intensificación ascendente que lleva a los enamorados a un estado anormal dentro del “sistema civilizado”, que durará (de manera continua), entre dos a cinco semanas, dependiendo de la pasión de los involucrados. Se trata de locuras, desenfrenos, sentimientos intensos, confesiones profundísimas… que vincularán a los enamorados en un lazo que se fortalecerá, o no, siempre y cuando haya intenciones más o menos compartidas.
ETAPA 2: Transmutación y trasmigración de los entes enamorados a elementos heteróclitos y multiformes.
Supongamos que los enamorados lograron atravesar el umbral crítico de las primeras semanas, y mantienen una relación estabilizada. Esta se verá fatalmente desorganizada por una explosión físico-química cuando ambos individuos vuelvan de su estado anormal, y se reconozcan parte de esta “civilización” que llamaremos: Antropo-tecnológica del Nuevo Siglo Cibernético.
¡El fenómeno es digno de admiración! ¡Un mangar para el universo científico! Se trata de una explosión de tipo físico-química una disgregación y siguiente trasmigración del cuerpo de ambas entidades a elementos de los más cotidianos. El hecho es aún, inexplicable. Los más sofisticados laboratorios y sus equipos de profesionales intentan escribir la teoría que lo sustente. Mientras tanto, deberemos contentarnos con una mera descripción:
Para ejemplificar el fenómeno, abstraeremos un modelo exacto para su estudio:
Todo comienza cuando A se conoce con B, demos por caso: en vacaciones. Dos semanas juntos, en estado anormal, es tiempo de sobra para conocerse, registrar cada uno de sus gestos y volverse el uno para el otro: inconfundibles.
Un determinado Lunes ocurre lo siguiente: una rutina, un anotarse en tareas para el resto del año, más un reloj que sólo nos muestra el poco tiempo que tiene; es la química que hará efecto con el próximo beso que se den (dicho sea de paso, el último que se den en su morfología original).
A un Nokia 1100 le confesarán los más profundos sentimientos; darán amor con abrazos, a una almohada deformada; recibirán caricias de un mouse, y besos binarios de un monitor frío y cuadrado. El fenómeno es progresivo, y se cree que (en el súmmum de la metamorfosis), llegarán a ser sólo un par de bandejas de entradas, que en Comic Sans, o Trabuchet Black, expresen ese tan esperado, ese tan sincero: Te Quiero.