viernes, julio 3

¿Por qué no sueño con Chinos?



"me ocurre sentir (...) que la realidad es irreal"

(Ionesco)




Estaba en Beltrán. El lugar era igual de chiquito, pero muy limpio, y algunas construcciones griegas. Con mi bici, visito a Chirico que tropieza, se levanta, va por la otra puerta de su casa, y se escucha que tropieza y ríe. Yo sigo en mi bici por un camino de tierra, por medio de un bosquecito. Llego a la ruta y una gente que estacionaba su auto, me indicó cómo llegar a Córdoba. Tenían caras muy grandes, creo que sin ojos, pero sonreían y me fui porque tuve un poco de miedo. En dos pedaleadas, vi el mar, el atardecer sobre el mar. Costeaba el mismo bosquecito, y disfrutaba del ocaso, con algo de miedo, también, a ese bosque.

Mi pieza está oscura y trato de recordar para escribir esto. Entonces me levanto rápido, y ya estoy vestido, y bañado. Camino a la cocina por mi desayuno y me siguen unos amigos que hice en Chile. Sobre la mesa un frasco con dulce de membrillo. Les digo: “¡Tienen que probar esto!” mientras meto el dedo y después me lo chupo. Los chilenos se quedan ahí, en silencio, con los ojos bien abiertos, como asustados, entonces: “NO, esto es Córdoba…” y una cámara rápida los succiona por la espalda y desaparecen.

Yo (como ellos en sus casas) también despierto.

Lo único que me queda más o menos claro, es que les ofrecí dulce porque sabía que ellos comen todo muy dulce y pensé que les gustaría el de membrillo.