por ventana a cuestas- sol casi braza,
una media res cuarto menguante nos palpita y vibra,
y solo, ese desatardelser nos brota una lluvia de galopes.
Toro-libélulas, alunados hasta el asta,
sobre fuego cremando gritos, volando grillos.
Amagmantas cataratas
y remolcamos el Iguazúl, -o blanco sofocante-
a fuerza de reptar frente espalda, espuma a toneladas.
Salvajes, a piel de flor
hasta el ahogo en la noche primogéntica
que fecunda planetas de mariposas bicéfalas