sábado, diciembre 19

Pequeño abismo

Hace algunos años (cuando estaba solo), me había detenido en un comentario de hoy no recuerdo quién: “Casi se separan porque a él: le gustaba poner la sábana al revés de modo que al acostarse, le quede del lado suavecito; mientras que ella, sin darle importancia, seguía tendiendo la sábana con el estampado hacia arriba.” Me puse a pensar lo importante es evitar esos conflictos por mínimos que parezcan y lo frágil que puede ser una pareja.
Pasaron los años, alguna vez mientras tendía mi cama pensaba en aquello, y me reía un poco. Tal vez me causaba algo de gracia, pero (para ser sincero) me preocupaba lo difícil que puede ser la convivencia.
Ayer me preguntó cómo tendía la sábana: si ponía el estampado hacia arriba, o lo hacia abajo para después acariciar lo suavecito… Claro que estaba preparado, y no me fue difícil responder con toda tranquilidad. Admití mi indiferencia, y así dejaba cualquier confrontación que –por más estúpida que parezca- supo llevar a la ruina a otras parejas.
¡Qué satisfacción! Ojalá no hubiera sido tan pasajera. Me sentí tan inestable, como si hubiera perdido el mapa, o la linterna en el medio del bosque. Traté de calmarme, pensar que todo iba a salir bien, que no nos separarían ese tipo de cosas.
Hace unos minutos que no dejo de escribir esto. Ella está ahí y seguro me mira. Ya debe haber dejado de sonreír y le extraña que no responda. (¡Pero es que no puede olvidarse, no soporto la tensión!) Estoy perdido. No se qué se debe responder. No sé cómo seguirá el curso de nuestras vidas cuando se entere que yo, soy más de lo dulce (que de lo salado).